miércoles, 9 de diciembre de 2009

Raíces


Estar en Madrid me encanta, estoy feliz por estar aquí y por estar viviendo esto, pero siento un constante miedo y tristeza pues mi abuelo paterno está en México enfermo de cáncer y básicamente muriendo con un respirador, una sonda, un ojo que ya no puede ver más, una garganta que no le permite casi hablar y un sillón con vista al jardín que lo acompaña a diario (y claro, una tele para poder ver los partidos del Barca).

Tiene 84 años y ninguna de mis despedidas al irme de México se compararon con lo que sentí cuando tuve que decirle adiós.

Es de las personas que más admiro, hablar de él me hace sentirme orgullosa de mis raíces y estar con él me hace sentirme muy amada.

Estoy intentando estar lo más presente posible. Mi familia me pone en altavoz cuando hablo por teléfono y él me escucha, pero no recibo respuesta de su parte porque le duele hablar. Yo le cuento mis días, le digo que lo quiero e intento sonar lo más feliz que existe, porque él quiere que yo esté aquí, él está pagando esto y me dijo que esto es lo que me tocaba vivir y que lo disfrutara. Inevitablemente cada vez que cuelgo lloro de tristeza, de miedo, de impotencia.

Este fin de semana me fui a Barcelona. Mi familia paterna es catalana (mi abuelo nació en un pueblo llamado Vilafranca del Penedès y mi abuela en Barcelona). Cuando les hablé por teléfono para decirles que estaba ahí mi abuela me dijo que ella de pequeña había vivido en el barrio donde yo me estaba quedando, y también me dijo que el padre de mi abuelo (médico al igual que él) había sido el director de un hospital muy bonito y que si podía fuera a visitarlo. Así que fui. Básicamente es el mejor hospital de Barcelona y es el hospital más bonito que he visto, lleno de árboles, construcciones antiguas, caminitos, silencio. Desde que entré hasta que salí tuve escalofríos, un nudo en la garganta, constantes suspiros y ganas de llorar. Mi bisabuelo fue el director de ese hospital hasta el año 39 en que él y su familia tuvieron que irse de refugiados a México.

De unos meses para acá mi abuela me ha insistido en que quiere que mi próximo novio (I know…) sea médico. Yo me río cada vez que me lo dice, pero al estar caminando por el hospital de Sant Pau me cayó el veinte. Cuando mi abuelo muera ya no habrán más médicos Armendares más que una de mis primas segundas que terminó la carrera de medicina y se dio cuenta que lo suyo era la escritura.

No tengo idea si en algún momento tendré una pareja que se dedique a eso, no siento que tenga oportunidad de elegir esas cosas, pero sí tengo la oportunidad de ir a Barcelona más seguido y seguir conociendo partes de mi familia que me siguen abriendo tantos caminos para conocerme y saber de dónde vengo.

2 comentarios:

Aleema dijo...

que lindo compartir hija de mi corazón.
la imagen que me vino es que tu has encontrado la manera de convertirt en una medica, de otra naturaleza es cierto pero cúan significativa!
te quiero y amo sentirte tan conectada con tus raíces!

Nathalie dijo...

te amo mami :)