martes, 8 de diciembre de 2009

A Good Idea At The Time

Hace tres años (a mis 18 años) al salir de prepa y al no saber qué hacer con mi vida decidí viajar dos meses sola por Europa y finalmente ir a ver a mi hermana a Boston donde estaba de intercambio. Durante esas semanas me dediqué a ir a visitar gente a diferentes ciudades, y una de esas ciudades fue Barcelona (lugar donde estaba viviendo el niño que me gustaba). Él y yo habíamos tenido un amor a destiempo. Cuando él quería conmigo yo tenía novio y cuando yo empecé a darme cuenta que ahora era yo la clavada, él ya estaba viviendo en otro continente.

Llegué a Barcelona desde Roma, me bajé del tren, fui a buscar un hostal, me tomé un café y fui a donde nos habíamos quedado de ver. Parada afuera de la estación de metro de Plaza Cataluya en la Rambla, con mi iPod puesto, sentí sus brazos abrazándome por atrás y un suspiro que salía de mí cursimente.

Pasamos 4 ó 5 días juntos, visitando lugares, conociendo gente, poniéndonos al corriente. Durante esos días le escribí una carta diciéndole todo lo que nunca le había dicho. La última noche me despedí de él y le di la carta. Durante semanas no supe de él. De pronto me mandó un mail diciéndome que iba a México para navidad y que sabía que teníamos que hablar, le dije que me avisara cuándo nos veíamos. No supe más de él hasta varios meses después que hablamos unos minutos por msn y me di cuenta que todo había acabado.

Hace unos meses volvimos a platicar por msn y quedamos de vernos en el DF, pero jamás coincidimos.

Tres años más tarde estoy de intercambio en Madrid y mis primeras semanas aquí me obligaron a visitar un par de veces Ikea, tienda que me recuerda a él. Entonces le escribí para decirle que había pensado en él y que esperaba que todo estuviera bien. Me dijo que vendría a Europa (Barcelona) para navidad y le dije que me avisara y esta vez sí me avisó. Por coincidencia los dos estuvimos este fin de semana en Barcelona y nos vimos.

Ahora yo estaba sentada con Dianis afuera de la librería del Magba, platicando de todo lo que ha cambiado en mi vida desde la última vez que lo vi en aquella ciudad. De lejos lo vi acercarse, reconocí su caminada, sus movimientos. Sonrió, me paré y nos abrazamos. No necesitamos nada más, parecía que no había pasado tiempo, que éramos los mismos amigos hablando de las mismas cosas, pero a la vez todo lo que sentí por él fue tan diferente. Fue tan bonito redescubrir esa amistad y darme cuenta de la conexión que tenemos. Eso es lo que siempre fuimos, amigos.

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