martes, 17 de noviembre de 2009

J'traine des pieds


Mis papas siempre me cuentan que cuando era chiquita era una tortura hacer ciertas actividades conmigo, por ejemplo comprar helados y zapatos.
Mis helados favoritos eran el de vainilla (olor y sabor que hasta ahora es mi máximo) y el de limón (siempre fresco, sabor que todas mis comidas tienen). Recuerdo estar paradita en frente de la señora en la heladería de Valle y voltear una y otra vez a ver los helados y los nombres de cada uno; no podían faltar las cucharaditas de prueba y las caras de cansancio de mis padres.
Comprar zapatos siempre llevaba a los mismos comentarios: "me quedan grandes", "me quedan chicos", "me aprietan", "me pican", "están feos", "están duros" y una vez más la cara de cansancio de mis padres. Recuerdo una vez en especial que me tardé demasiado tiempo en la zapatería probándome una infinidad de pares de sandalias, y ningunas me gustaron. Finalmente mi mamá desesperada escogió un par y lo pagó. Yo hice seguramente un berrinche a muerte diciéndole que "jamás" las usaría y que eran horribles. Obviamente en algún momento tuve que ponérmelas y después no me las quité por mucho tiempo.
Esto lo escribo para que se entienda la magnitud que toma el tema "decisiones" en mi vida. Ahora la que decide soy yo, no mis padres. La verdad es que ellos no deciden nada por mí, sólo opinan cuando les pido consejos, y elija lo que elija me apoyan y me lo dicen.
Ahora sólo queda en mí saber lo que quiero y cuándo lo quiero. Cuando me dejan una tarea puedo pasarme la mitad de la semana dándole vueltas a que tengo que hacerla. Cuándo tuve que escoger dónde estudiar tuve que darme un semestre para elegir Puebla, y bueno, qué puedo decir sobre finalmente estudiar Psicología.
Este último año estuvo lleno de decisiones pesadas. Dónde sería mi intercambio, terminar o no una relación importante, empezar a ir a terapia, empezar o no algo con alguien, escoger mi nueva casa, qué clases tomar, decidir si seguir entrando o no.
Es interesante darme cuenta lo mucho que me cuesta saber lo que quiero, pero es interesante también darme cuenta que una vez que ya decidí hacia dónde ir no doy vuelta atrás, no me arrepiento y no vivo en lo que hubiera pasado...puedo considerarme bastante responsable con lo que mis acciones conllevan.
Escoger el camino por el que quiero caminar me toma tiempo, pero estoy dispuesta a tomármelo si al caminar por ese sendero puedo disfrutar de los árboles, los colores, la luz, las flores, los olores, los pájaros y los sonidos...puedo disfrutar de mí.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hey pues yo no hacia berrinches... a menos k fuera con la ropa...pero eso de tomar decisiones siempre me ha costado...me da miedo/ o me daba miedo...
Pero al final se siente de 10, tomar las riendas de tu vida...

Nathalie dijo...

Sip, tomar la decisión aunque cueste mucho acaba siendo un gran logro y es muy cool ver para atrás y darte cuenta que valió la pena :)
besoos